En una sociedad de productos ultraprocesados y etiquetas difíciles de entender, fermentar es volver a lo esencial.
Es reconectar con la cocina como espacio de creación, cuidado y vida
Los fermentos son alimentos vivos: yogures, chucrut, kéfir, kombucha o pickles naturales. Todos ellos tienen algo en común: nacen gracias a microorganismos beneficiosos que transforman los ingredientes en fuentes naturales de probióticos, vitaminas y sabor.
¿Por qué sumar fermentos a tu dieta?
- Refuerzan la microbiota intestinal, clave para la digestión, la inmunidad y el bienestar mental.
- Conservan alimentos sin aditivos, aprovechando la sabiduría de la naturaleza.
- Reducen el desperdicio, ya que permiten dar nueva vida a verduras y frutas que están por madurar.
- Aportan sabor y textura únicos: ácidos, crocantes y llenos de carácter.
Cómo empezar a fermentar en casa
No hace falta equipamiento especial, solo ingredientes naturales y algo de paciencia.
Podés comenzar con un clásico:
Chucrut casero (repollo fermentado):
Cortá fino medio repollo.
Agregá una cucharada sopera de sal marina.
Masajeá hasta que libere líquido.
Guardá en un frasco limpio, bien compactado.
Dejá fermentar 5 a 7 días fuera de la heladera.
Cuando lo abras, vas a notar el aroma ácido y fresco típico de los fermentos vivos.
¡Listo para acompañar ensaladas, arroces o legumbres!
Fermentar también es un acto sustentable
Cada fermento es una pequeña acción ecológica.
Aprovechas al máximo los alimentos, reducís residuos y aprendés a conservar sin depender del plástico ni la industria.
Es un paso más hacia una cocina consciente, circular y viva.
Algunas recetas de mi blog:
Fermentar es más que una técnica: es una filosofía.
Es elegir una cocina que cuida el cuerpo, el ambiente y la cultura alimentaria.
Una forma de volver a sentir que lo que comemos nos da vida, no solo calorías.
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